Datos personales

Mi foto
Tigre, Buenos Aires, Argentina
Daniela Plaza y Alejandro Demarco

sábado, 3 de marzo de 2012

La Parrilla de Hector


Llevamos casi 4 meses de viaje, venimos conociendo lugares espectaculares y personas muy amables que siempre se prenden con esta aventura, preguntando una cosa o contando sus propias experiencias fuera de casa. La mejor aventura que hemos escuchado hasta el momento es la de un chico que a los 23 años de edad montó su caballo y junto con un amigo decidieron recorrer America, reviviendo la historia de Gato y Mancha, 2 caballos argentinos que llegaron a Nueva York guiados por un suizo a finales de la década del 20.



Hector Dahur y Hugo Gassioles, saliendo desde Gral. Madariaga (Bs. As.) en 1993 recorrieron casi 18 mil km hasta llegar a la Ciudad de Nueva York en 1996.
Pueden ver la nota del diario Clarín aca
Actualmente Héctor,  junto a su esposa Adriana, tienen un Restaurante ubicado en las afueras de Cuenca. Es un lugar que tiene todo lo que un viajero Argentino quiere probar después estar tanto tiempo fuera de casa.
Llegamos el jueves 19 y al otro día ya éramos parte de esta gran familia Gauchesca.
Esta parrilla tiene un equipo muy definido y cada uno tiene una tarea designada, pero al llegar la hora de irnos todos nos ayudamos entre todos para terminar el día laboral.

La jornada empieza a las 11 de la mañana ultimando todos los detalles para que el restaurante cobre vida una vez más después de haber tenido una noche movida hasta las 2 AM con gente bailando, música en vivo o algún cantante como Diego Lazzo que ya es un amigo de la casa (tenemos su CD con sus grandes éxitos), 

más de 120 personas por atender, tomar pedidos, preparar tragos, ir a buscar carne a la parrilla, fijarse que a la mesa no le falte nada, estar de acá para allá y demás cosas, aunque los días más movidos eran entre el jueves y domingo.





En la parrilla lo tenemos a Cristian, quien tiene la capacidad de memorizar todos los pedidos de todos los meseros y entregar la cocción justa para cada cliente. Siempre nos acercamos a manguear alguna costillita perdida en la parrilla. El pedido que más sale es la Parrillada Doble, que consiste en un poco de carne de res, pollo y cerdo acompañado de achuras, ensalada y papas.

La banda de capitán en los meseros la lleva Segundo, que tiene que estar al tanto de que todos los meseros estén presentables para atender una mesa y sacarnos cualquier duda,  también siendo en ocasiones DJ para la pista de baile y preparando algún que otro trago.

Mas atrás le sigue Manolito que trajo su experiencia de mesero de Norte America y siempre tiene un personaje para actuar en cada mesa y llevarse una buena propina, además de sacarnos una sonrisa cada día con alguna de sus ocurrencias.

Alguien que esta de paso por acá somos nosotros que sin tener nada de experiencia en el rubro gastronómico, nos metimos a servir comida en una charola y divertirnos un rato con la gente del lugar.

La barra de bebidas la manejamos entre todos, pero los días de eventos grandes suelen venir Santiago o Jaime que siempre tienen todo preparado a tiempo. La bebida que mas se consume es el vino hervido que es simplemente vino caliente al que se le agrega un poco de canela y azúcar.

Una pareja muy divertida y solidaria son Marcia Maldonado y su esposo Hairo, a ellos los conocimos en pleno centro de Cuenca y nos invitaron para que nos diéramos una vuelta por la Parrilla, cosa que íbamos a hacer más tarde. Marcia nos brindó todos los consejos para atender una mesa y darle al cliente una sonrisa para que se sienta como en su casa. Hairo siempre tiene un as bajo la manga, cualquier duda que teníamos el siempre trataba de solucionarla al instante o conseguir a alguien que lo hiciera.

Con la idea de Héctor y la ayuda de Hairo nos pusimos en campaña para imprimir 1000 postales para entregar en las mesas y poder comentarles a los clientes del viaje y así  recibir una ayuda extra, lo que resultó muy buena idea ya que la gente se enganchaba con la idea.

Hairo además nos ayudó a conseguir un precio muy barato para poder imprimir las postales, nos llevó a darle un chequeo de frenos al auto, nos dió el número de su dentista para hacerme atender casi de urgencia y nos actualizó el mapa del GPS por una versión mucho más completa. Él tiene una personalidad muy divertida y simpática por eso da mucho gusto sentarse a su lado a charlar de la vida.
Con los CheToba nos volvimos a encontrar en la parrilla, aunque por nuestra larga estadía en esta ciudad nos separamos, pero seguramente nos volvamos a encontrar en Centroamérica.


Con quienes también nos encontramos en la Parrilla fue con Lucho y Majo de Combi Sudaka, www.luchoymajoviajandoenkombi.blogspot.com , quienes de paso por Cuenca pasaron a saludar a Héctor. Pegamos muy buena onda con ellos y compartimos nuestros ratos libres durante 3 días, hasta que siguieron viaje para comenzar la Ruta del Spondylus (ex ruta del sol).



Nuestro último fin de semana en la parrilla fue Carnaval, festejo que en Argentina no es tan común en las calles, sino que se identifica más con el de Gualeguaychú y Corrientes entre otras ciudades, o las murgas barriales. En cambio en Ecuador el carnaval es sagrado: nadie puede salir seco o sin espuma (siendo éstas las mejores condiciones, ya que en algunos lugares se tiran con maicena, huevos, aceite o lo que tengan a mano). Así que el sábado a la noche lo festejamos dentro de la cocina! Cada vez que alguien entraba se ligaba un baldazo de agua o espuma en la cabeza, cuello y espalda. Entonces el que tenía que seguir atendiendo las pocas mesas que había era el que más presentable estaba, hasta que en un momento no quedaba ninguno…el festejo empezó temprano, desde las 19 hasta las 22.30 aprox, cuando nos fuimos al salón a cantar algunas canciones junto con Marcia y Hairo que estaban bastante alegres.

viernes, 2 de marzo de 2012

Ecuador, primeros pasos

Ya organizados y con todo cargado en los vehículos, decidimos dar otro gran paso e nuestro viaje: entrar a Ecuador. Con la compañía de Walter y familia (CheToba) cruzamos la frontera Perú – Ecuador. Por los comentarios que veníamos escuchando y leyendo de otros viajeros, teníamos entendido que esta frontera era muy caótica y complicada por el movimiento que hay. Pero nos pasaron el dato de un pequeño complejo recientemente inaugurado donde podíamos evitar el pueblo de Aguas Verdes, que es la frontera principal.
Al llegar nos encontramos con un panorama muy tranquilo y solitario, ya que éramos sólo dos vehículos y un par de motos para salir del país. En menos de 10 minutos teníamos todo en regla y seguimos viaje hasta el control ecuatoriano, un edificio enorme y vacío, ya que no había sistema para el ingreso. Tuvimos que acercarnos hasta las oficinas centrales de migración y aduana en el pueblo de Huaquillas, que curiosamente se encuentran separadas por casi dos kilómetros una de la otra.



Luego de hacer migraciones, nos dirigimos a la aduana, pagando el primer peaje en este país y siendo el 
más barato del viaje, unos USD 0,25 que nuestro amigo Walter nos pagó a falta de la moneda verde.

Para hacer aduana, es necesario tener el SOAT (Seguro obligatorio de Accidentes contra terceros), por lo que tuvimos que volver al pueblo a comprarlo para poder tramitar el permiso de circulación. La idea original era llegar a Cuenca, pero como arrancamos el día medio tarde y además gran parte del camino era de sierra, decidimos hacer noche en Machala y al día siguiente seguir viaje.


En la ciudad de Machala los chicos buscaron un hotel y nosotros una estación de servicio, fieles a nuestra idea de abaratar costos durmiendo dentro del auto. Charlando con uno de los playeros, nos llamó la atención lo bien que nos habló de la ciudad de Cuenca y de su gente cuando le comentamos que nuestra idea era llegar allí. En Perú nos pasó en casi todas las ciudades que cada persona con la que hablábamos nos decía que esa era la ciudad más peligrosa del país, que debíamos tener mucho cuidado.


Al día siguiente salimos con destino a esta bella y colonial ciudad, atravesando las sierras y llegando finalmente a los 2500 metros de altura, donde ésta se ubica. Estábamos tan concentrados y emocionados por llegar a su plaza principal que nos olvidamos de un pequeño pero gran detalle: cargar gasolina. El auto se quedó sin alimento a menos de una cuadra de la plaza (la última carga había sido en Piura, Perú, unos 800 km antes), por lo que tuvimos que acomodarlo a un costado de la calle para no interrumpir el paso e ir a buscar gasolina. Ale llevó un bidón de 10 litros y al comentarme el precio que había pagado no lo podíamos creer: USD 1.48 el galón (3,7 litros) de nafta super y USD 2.00 el de Premium. Una vez resuelto el percance, nos dedicamos a recorrer el centro, conocer la catedral y buscar unos mapas en información turística.

Monumento al gran Gerardo Sofovich



En una de esas vueltas, nos encontramos con un matrimonio que desde su camioneta nos invitaba a ir a la Parrilla de Héctor, donde ellos irían al rato. Minutos después los encontramos nuevamente y pudimos charlar más cómodos, nos explicaron cómo llegar y que la mujer era la encargada de marketing y ventas del local. Ellos son Marcia y Hairo, quienes desde el primer momento se mostraron super amables y dispuestos a ayudarnos en todo.





Es a partir de la llegada a la Parrilla que cambia el viaje, ya que es la primera vez que nos detenemos tanto tiempo (un mes) para trabajar y encima en otro país. Una muy linda experiencia que contaremos en la próxima entrada.
 En nuestros días libres, nos dedicamos a recorrer esta bella ciudad, llena de espacios verdes y museos interesantes como el Banco Central, que dentro de su edificio alberga la Bienal de Cuenca, el Museo Etnográfico, el Numismático y las Ruinas de Pumapungo junto con su parque de aves.







En una de esas escapadas, nos acercamos al mecánico recomendado por Hairo para revisar los frenos, ya que había un chillido extraño. Pero simplemente fue necesario un poco de limpieza, y a seguir rodando!




Para nuestros dos últimos días en Cuenca, nos fuimos de paseo con Héctor, Adriana, Marcia, Hairo, Annelie, Pepe y Annelita a festejar carnaval a Gualaceo, un poblado ubicado a unos 20 km de la Ciudad.




Allí pudimos apreciar lo significativo que es el carnaval para todos, ya que desde todos los balcones y terrazas (y hasta de algunos vehículos) tiraban agua, mojando a todo aquel distraído que pasaba caminando.
Pasado el almuerzo, nos fuimos a la plaza principal a vivir el carnaval como un lugareño más. Agua, espuma, maicena y huevos fueron los ingredientes necesarios para pasar toda una tarde de diversión, acompañados por el show en vivo de Grupa y Papachango organizado por la alcaldía. Y obviamente, no podía faltarnos la botella de ron con coca para acompañar ese hermoso día…
Como despedida del carnaval, el martes 21 nos fuimos a una estancia en Paute a almorzar y pasar la tarde, ya que al día siguiente volvimos a lo nuestro, sumar kilómetros, para recorrer la ruta del Spondylus y encontrarnos con una comunidad argentina en medio de Ecuador.