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Tigre, Buenos Aires, Argentina
Daniela Plaza y Alejandro Demarco

viernes, 2 de marzo de 2012

Ecuador, primeros pasos

Ya organizados y con todo cargado en los vehículos, decidimos dar otro gran paso e nuestro viaje: entrar a Ecuador. Con la compañía de Walter y familia (CheToba) cruzamos la frontera Perú – Ecuador. Por los comentarios que veníamos escuchando y leyendo de otros viajeros, teníamos entendido que esta frontera era muy caótica y complicada por el movimiento que hay. Pero nos pasaron el dato de un pequeño complejo recientemente inaugurado donde podíamos evitar el pueblo de Aguas Verdes, que es la frontera principal.
Al llegar nos encontramos con un panorama muy tranquilo y solitario, ya que éramos sólo dos vehículos y un par de motos para salir del país. En menos de 10 minutos teníamos todo en regla y seguimos viaje hasta el control ecuatoriano, un edificio enorme y vacío, ya que no había sistema para el ingreso. Tuvimos que acercarnos hasta las oficinas centrales de migración y aduana en el pueblo de Huaquillas, que curiosamente se encuentran separadas por casi dos kilómetros una de la otra.



Luego de hacer migraciones, nos dirigimos a la aduana, pagando el primer peaje en este país y siendo el 
más barato del viaje, unos USD 0,25 que nuestro amigo Walter nos pagó a falta de la moneda verde.

Para hacer aduana, es necesario tener el SOAT (Seguro obligatorio de Accidentes contra terceros), por lo que tuvimos que volver al pueblo a comprarlo para poder tramitar el permiso de circulación. La idea original era llegar a Cuenca, pero como arrancamos el día medio tarde y además gran parte del camino era de sierra, decidimos hacer noche en Machala y al día siguiente seguir viaje.


En la ciudad de Machala los chicos buscaron un hotel y nosotros una estación de servicio, fieles a nuestra idea de abaratar costos durmiendo dentro del auto. Charlando con uno de los playeros, nos llamó la atención lo bien que nos habló de la ciudad de Cuenca y de su gente cuando le comentamos que nuestra idea era llegar allí. En Perú nos pasó en casi todas las ciudades que cada persona con la que hablábamos nos decía que esa era la ciudad más peligrosa del país, que debíamos tener mucho cuidado.


Al día siguiente salimos con destino a esta bella y colonial ciudad, atravesando las sierras y llegando finalmente a los 2500 metros de altura, donde ésta se ubica. Estábamos tan concentrados y emocionados por llegar a su plaza principal que nos olvidamos de un pequeño pero gran detalle: cargar gasolina. El auto se quedó sin alimento a menos de una cuadra de la plaza (la última carga había sido en Piura, Perú, unos 800 km antes), por lo que tuvimos que acomodarlo a un costado de la calle para no interrumpir el paso e ir a buscar gasolina. Ale llevó un bidón de 10 litros y al comentarme el precio que había pagado no lo podíamos creer: USD 1.48 el galón (3,7 litros) de nafta super y USD 2.00 el de Premium. Una vez resuelto el percance, nos dedicamos a recorrer el centro, conocer la catedral y buscar unos mapas en información turística.

Monumento al gran Gerardo Sofovich



En una de esas vueltas, nos encontramos con un matrimonio que desde su camioneta nos invitaba a ir a la Parrilla de Héctor, donde ellos irían al rato. Minutos después los encontramos nuevamente y pudimos charlar más cómodos, nos explicaron cómo llegar y que la mujer era la encargada de marketing y ventas del local. Ellos son Marcia y Hairo, quienes desde el primer momento se mostraron super amables y dispuestos a ayudarnos en todo.





Es a partir de la llegada a la Parrilla que cambia el viaje, ya que es la primera vez que nos detenemos tanto tiempo (un mes) para trabajar y encima en otro país. Una muy linda experiencia que contaremos en la próxima entrada.
 En nuestros días libres, nos dedicamos a recorrer esta bella ciudad, llena de espacios verdes y museos interesantes como el Banco Central, que dentro de su edificio alberga la Bienal de Cuenca, el Museo Etnográfico, el Numismático y las Ruinas de Pumapungo junto con su parque de aves.







En una de esas escapadas, nos acercamos al mecánico recomendado por Hairo para revisar los frenos, ya que había un chillido extraño. Pero simplemente fue necesario un poco de limpieza, y a seguir rodando!




Para nuestros dos últimos días en Cuenca, nos fuimos de paseo con Héctor, Adriana, Marcia, Hairo, Annelie, Pepe y Annelita a festejar carnaval a Gualaceo, un poblado ubicado a unos 20 km de la Ciudad.




Allí pudimos apreciar lo significativo que es el carnaval para todos, ya que desde todos los balcones y terrazas (y hasta de algunos vehículos) tiraban agua, mojando a todo aquel distraído que pasaba caminando.
Pasado el almuerzo, nos fuimos a la plaza principal a vivir el carnaval como un lugareño más. Agua, espuma, maicena y huevos fueron los ingredientes necesarios para pasar toda una tarde de diversión, acompañados por el show en vivo de Grupa y Papachango organizado por la alcaldía. Y obviamente, no podía faltarnos la botella de ron con coca para acompañar ese hermoso día…
Como despedida del carnaval, el martes 21 nos fuimos a una estancia en Paute a almorzar y pasar la tarde, ya que al día siguiente volvimos a lo nuestro, sumar kilómetros, para recorrer la ruta del Spondylus y encontrarnos con una comunidad argentina en medio de Ecuador.




1 comentario:

  1. Chicos es un gusto tenerlos en nuestro pais, nosotros veniamos atras de ustedes hasta que se desviaron a klllopuerto lopez, es algo impresionante su travesia... Bueno chicos les deseamos lo mejor.. Ahhh les dejamos nuestros correos por si pasan por manabi y por portoviejo la capital y gustosas les podemos guiar sajomegar_4@hotmail.com y abdecorarquitectura@hotmail.com att Saskia Mendoza y Alexandra Barriga

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